Santa Fe - 20 de junio de 1950

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Gonzálvez era uno de los campeones más grandes de aquellos días y yo solo uno de los animadores del certamen local. Cuando largamos la última carrera, piqué en punta y traté de hacer una diferencia.

En pocas vueltas nos topamos con los más rezagados y Gonzálvez me pasó bien por adentro. Como la final era a 30 giros me dispuse a seguir su ritmo y esperar las últimas vueltas para buscar una definición.

La pista medía 385 metros, de curvas con peralte que hacían muy rápido el tránsito por las cabeceras. Me mantuve atrás de Francisco las siguientes 20 vueltas, dándole una ventaja prudente de 10, 12 metros para prevenirme de cualquier error que el puntero pudiera cometer. En el penúltimo giro volvimos a superar a máquinas rezagadas. El terminó de pasarlos casi entrada la última vuelta y prácticamente se olvidó de mi, pensando ya en la victoria.

Yo me deshice rápido de los tapones y me le puse a la cola al entrar al último viraje. Me mandé entonces por la parte alta del peralte –en una arriesgada maniobra como dijeron después los diarios- y, aprovechando la bajada, le dí dos toques de embrague al motor que venía tirando a máximo régimen. “Que aguante o reviente” pensé en ese momento y sin cerrar los ojos, pasé como un suspiro junto a Gonzálvez.

Le gané en la línea, por menos de media rueda. Cuando nos saludamos, el campeón se quedó sin habla, yo me di el gusto de ganarle a un grande y el público se volvió loco por semejante definición.

De el diario El Litoral de Santa Fe, miércoles 21 de junio de 1950

Puede tambier ver la nota anterior en mejor resolución directamente en el siguiente vínculo:  Hemeroteca Digital de la Prov. de Santa Fe

La misma carrera, por el diario "El Orden", de Santa Fe:

y en el diario Tribuna de Rosario, del 21-6-50, pág. 7